Sociedad

Culo grande, piel morena, acento sabrosón: Así soy yo

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Por Sofía Noriega, estudiante de Publicidad UDP y del Taller de Género y Comunicación Publicitaria.

7 Enero 2022

“La mujer caribeña”, “piel morena”, “cabello oscuro”, “curvas prominentes” …

Estas y más características, inconsciente e inmediatamente, se cree que corresponden al estereotipo de “la mujer latina”. En países como Chile, se suele pensar de esta forma de la mujer latina, que es aquella que es originaria de Colombia, Venezuela o República Dominicana, debido a un fenotipo y comportamiento social marcado y diferente al que estamos acostumbrados. Sin embargo, este imaginario está cargado de la sexualización de la mujer externa de nuestra cultura. Este sistema patriarcal migra hasta lugares que a veces no son tan evidentes o molestos como sucede en la industria del entretenimiento. Por ejemplo, la industria musical agrede contra las mujeres en el trap y reggaetón por el uso de letras que contribuyen a una violencia y denigración del sexo femenino, así como la promoción de continuos estereotipos que luego se traspasan a mujeres latinas migrantes.

Estos estereotipos y tipo de violencia son el pan de cada día. Como mujer migrante en Chile, he presenciado desde lo personal hasta las experiencias de conocidas provenientes de Colombia y Venezuela, que nuestro proceso de integración a la cultura y sociedad se dificulta debido a la percepción del ciudadano y ciudadana local ante la migración femenina de ciertos países. Los comentarios como “háblame con tu acento”, “ustedes las colombianas y venezolanas hablan muy sexy”, “las colombianas están ricas”, o “las venezolanas solo vienen a robar maridos” son parte de la exotización y denigración de lo extranjero, la promoción de estereotipos y un obstáculo para poder desarrollarse normalmente en una sociedad.

Muchas mujeres que migran vienen con la ilusión de poder conseguir estabilidad en el país de acogida, sin embargo, estas están en desventaja en un mercado laboral que las discrimina y sexualiza por sus orígenes. Para evidenciar esta violencia y estereotipos en la música, tenemos un extracto pequeño de la famosa canción I Like It: “Me gusta el acento de las colombianas, cómo mueve el culo la dominicana, lo rico que me chingan las venezolanas”. Con lo siguiente se busca demostrar la existencia de una erotización y violencia de manera “agradable” a través de música, entonces esto solo se convierte en los estereotipos de que las colombianas tienen una forma de hablar muy “sensual”, que las dominicanas no solo como otras latinas, tienen el culo grande, pero que es un hecho que lo saben mover, y que las venezolanas lo hacen muy bien en el sexo. Esta misma violencia lo respaldan Lidia Casas, Andrea Aguilera y Francisca Vargas, todas especialistas en derecho y migración, en el estudio “Los efectos de la violencia sexual contra niñas y mujeres” donde plantean: Se trata de una violencia sexualizada porque recae en el cuerpo de las mujeres, comentarios e insinuaciones que comprenden a las mujeres como un objeto sexual. Los relatos evidencian que en la migración femenina persiste esa violencia sexualizada que se manifiesta en el uso discriminatorio y violento del lenguaje con intención permanente de denostar a la mujer.

Esta violencia hacia mujeres migrantes obstaculiza no solo la integración a una cultura de manera normal, pero también afecta en la vida laboral, ya que muchas de estas mujeres quedan vulneradas y solo pueden ingresar a ciertos puestos de trabajo decididos por una sociedad. Así lo establecen Carrère y Carrère (2015) en su texto Inmigración femenina en Chile y mercado de trabajos sexualizados. Cientos de mujeres provenientes principalmente de República Dominicana y de la costa pacífica de Colombia –y, por lo tanto, muchas afro-descendientes–, han llegado a Chile buscando nuevas oportunidades laborales y, sobre todo, mayores ingresos. Lamentablemente, muchas de estas mujeres (…), no han encontrado otra oportunidad que ejercer el comercio sexual. La prostitución se ha convertido, así, en el destino de muchas mujeres que, desilusionadas de un mercado laboral que no les entrega las oportunidades que ellas creyeron, necesitan de una renta elevada, pues suelen ser el sustento económico de sus familias en sus países de origen.

Un ejemplo clave son los cafés con piernas en Santiago. En estos lugares podemos encontrar mayormente -por no decir totalmente- trabajadoras migrantes, donde, debido al imaginario que se tiene sobre las mismas y el fenotipo característico, deben seguir ciertos códigos de vestimenta y comportamiento que reafirman más la sexualización de sus orígenes al alimentar el estereotipo de que la mujer migrante es “más mujer”, “más femenina, sensual, cariñosa”, simplemente más coqueta que la mujer local. Esto permite a los hombres que pagan por trabajos sexualizados como este, ejercer una relación de poder, donde la mujer considerada “más mujer” resulta ser más sumisa a causa de la vulnerabilidad de su estatus legal y necesidad económica que obligan a lidiar con estas situaciones. Así lo plantean Carrère y Carrère (2015) sobre el imaginario europeo en Chile cuando se presencia algo considerado “exótico”: En definitiva, si los chilenos consideran a las nuevas inmigrantes afro-descendientes como mujeres de una sexualidad exuberante, es porque han adoptado los estereotipos que el continente europeo había construido, tiempo atrás.

Para concluir, aunque se presencia que la industria musical y del entretenimiento ha mutado gracias a los movimientos feministas en la región y en el mundo, sigue habiendo una necesidad de detener esta fábrica de estereotipos y promoción de violencia disfrazada de goce.

Para esto, es pertinente reformular las letras e imágenes usadas para que no atenten contra la mujer, y esto se logra, por ejemplo, con: el desuso de imágenes que usen como blanco a la mujer para que no refuercen estereotipos de la mujer latina como una persona voluptuosa, picante y sexy, para alcanzar así la inclusión de diferentes cuerpos y diversidad de culturas de manera sana. Además, de un esfuerzo de las disqueras y artistas masculinos para dejar de promover estas percepciones, es necesario también que plataformas como Spotify y YouTube desarrollen campañas desde la responsabilidad que tienen como medios de entretención para concientizar acerca de esta sexualización y erotización de la mujer latina, esto se podría lograr mediante encuestas a dirigidas consumidoras mujeres con preguntas muy visuales y amigables sobre cómo se sienten ellas y exponer estos resultados en anonimato para contribuir a crear un espacio libre de discriminación y violencia de género hacia mujeres migrantes. Por otro lado, en países como Chile que tienen una alta tasa de migración, también se deberían desarrollar campañas que visibilicen esta problemática de su sociedad trabajando directamente con la comunidad femenina migrante, exponiendo la sexualización sufrida en diferentes espacios y momentos del día y limpiar una definición errónea de estos grupos mostrando imágenes y videos de la diversidad de cuerpos, personalidades y culturas que no son representadas –en su totalidad o correctamente- en la industria del entretenimiento, alcanzando que se pueda disfrutar sin recaer o alimentar los estereotipos.